Desde que comenzó la pandemia se nos ha bombardeado con un dato: los contagios. «¿Cuántos positivos hay? ¿Han subido? ¿Cómo está la cosa esta semana?». Eran las preguntas que se repetían en nuestro día a día. Un dato que, hasta hace unos meses, indicaba la forma en la que evolucionaba el virus. O mejor dicho, en la que evolucionaba la situación sanitaria con respecto al virus. Y es que los contagios podían hacer que, de nuevo, la Sanidad colapsara y, con ello, hubiera que volver a un confinamiento severo. De ahí la gran importancia de este dato en un primer momento.
La situación cambió con la llegada de las vacunas. Los diferentes sueros administrados durante el último año han hecho que los efectos del coronavirus sean más leves en las personas que se contagian (¡ojo! Más leves. Ha seguido muriendo gente a pesar de estar vacunada). Un hecho que significaba que, a pesar de que el número de positivos aumentara, no lo hacía en la misma proporción el número de hospitalizaciones en cama convencional y de ingresos en UCI. A pesar de ello, las administraciones y la mayoría de medios de comunicación han seguido tratando el dato de los contagios de la misma manera.
Que la llegada de las vacunas disminuyó el daño del virus se pudo apreciar muy bien en Castilla-La Mancha durante este pasado verano. El día 9 de agosto, y tras un mes en el que los positivos aumentaron progresivamente, se llegó al pico de contagios con 2.038 positivos tras el fin de semana (dato acumulado de viernes, sábado y domingo). Días más tarde se alcanzó el número más alto de hospitalizados en cama convencional este verano, con 266; mientras que en UCI había 46 enfermos. Una cifra de hospitalizaciones y de pacientes que necesitaron respirador que disminuyó a las pocas semanas y que es inferior a la se registró en Castilla-La Mancha en el período que abarca desde el 2 de septiembre del 2020 hasta la llegada de las vacunas (más concretamente hasta mediados de febrero de 2021, cuando se comenzaba a superar aquella ola en la que se confinaron los municipios de nuestra provincia en lo referente a los hospitalizados en cama convencional; y hasta mediados de marzo en lo que a UCI se refiere).
La ola actual, derivada de la (famosa) variante Ómicron, es mucho más contagiosa y se expande rápidamente, lo que está haciendo que las cifras de contagios aumenten considerablemente. El dato más alto de contagios de la actual ola llegó este mismo lunes 27 de diciembre, cuando la Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha notificó 12.043 nuevos casos por infección de coronavirus en toda la región; eso sí, en los últimos cuatro días. Es decir, el jueves se registraron 3.662 casos, el viernes 3.416, el sábado 2.629 y el domingo 2.336. Pero, ¿cuál es la actual situación? ¿cómo está la presión hospitalaria?
Con datos de este martes 28 de diciembre, el número de hospitalizados en cama convencional por Covid-19 en la región es 207. Por provincias, Toledo es la más afectada, con 70 de estos pacientes, seguida de Albacete con 54. Ciudad Real tiene 43 personas hospitalizadas en cama convencional (11 en el Hospital de Ciudad Real, 9 en el Hospital de Puertollano, 8 en el Hospital Mancha Centro, 4 en el Hospital de Valdepeñas, 6 en el Hospital de Tomelloso y 5 en el Hospital de Manzanares). Guadalajara tiene 24 y Cuenca, 16.
Los pacientes ingresados en las Unidades de Cuidados Intensivos que necesitan respirador son 41. Por provincias, Toledo tiene 10 de estos pacientes, Albacete 10, Guadalajara 9, Ciudad Real 6 y Cuenca 6.
El problema de los contagios es que surja un colapso. Que no haya más espacio para ingresos y que las UCI estén abarrotadas. Actualmente, estamos muy lejos de aquellas cifras. Aunque cabe resaltar también que Castilla-La Mancha llegó a tener 7.400 profesionales adicionales contratados, de los que a finales de octubre (y según afirmaba entonces el diario El País) solo mantenía el 64% de ellos.
Por mostrar más datos, el pico de ingresos en cama convencional durante la pandemia se vivió el 1 de abril de 2020, con 3230 enfermos; mientras que en UCI fue el día 4 del mismo mes, con 360. Durante la ola que se vivió en enero de este 2021, el pico fue de 1632 hospitalizados el 15 de enero y de 242 enfermos en UCI el 1 de febrero.
El problema actual está en la atención primaria y en las urgencias, que son los sí están sufriendo esta saturación, con una cantidad ingente de pruebas que están teniendo que realizar, que se suma al trabajo de seguimiento del enfermo y al rastreo de contactos estrechos. Un colapso que, por otra parte, no se soluciona imponiendo la mascarilla en los exteriores (una medida salvadora a todos los efectos, nótese la ironía), sino invirtiendo en sanidad y en más medios humanos.
El problema está en la descomunal cantidad de datos que se ofrecen desde los medios de comunicación y que, a menudo (casi siempre), están sin contextualizar. De nada vale alarmar con los datos de los positivos y de la incidencia acumulada si no se cuenta también la situación en los hospitales y la actual gravedad de los casos. Y tampoco vale de nada contar la situación de los hospitales si no se cuenta qué porcentaje de esos casos son de personas vacunadas y cuántos de gente sin vacunar (dato que, por otra parte, la Consejería de Sanidad castellano-manchega no ofrece).
Igual es el momento de empezar a mirar la pandemia desde otra perspectiva, es decir, a través de otros datos que no sean los contagios y que nos indiquen realmente cuál es la situación en cada momento. Datos siempre contextualizados y relacionados con el resto de indicadores, y no simplemente lanzados al aire.
Hasta entonces, contagios, contagios, contagios…