La aldea pedánea de Miguelturra, Peralvillo, ha vivido un intenso y emotivo fin de semana de celebraciones en honor a San Marcos, patrón de la localidad, en unas jornadas que han estado marcadas por la devoción, la convivencia y el orgullo por las raíces.

El domingo, día grande de las fiestas, tuvo lugar la solemne misa seguida de la procesión en honor a San Marcos, acompañado por la Virgen Blanca y los sones de la Banda Sinfónica de Miguelturra. Las calles de la aldea se llenaron de emoción y tradición, en un acto multitudinario que volvió a reunir a vecinos y visitantes.

La comitiva contó con la presencia del alcalde de Miguelturra, Luis Ramón Mohíno, el alcalde pedáneo, Felipe Rivas, y miembros de la Corporación Municipal, evidenciando el respaldo institucional a esta celebración tan arraigada en el calendario festivo local.

Tras la procesión, los asistentes compartieron el tradicional puñao y limoná con aperitivos, un gesto sencillo que simboliza la hospitalidad y el carácter acogedor de esta comunidad. El alcalde pedáneo, Felipe Rivas, destacaba que estas fiestas “fortalecen los lazos comunitarios y mantienen viva la historia y cultura local”, poniendo en valor el papel de la tradición como eje vertebrador de la vida en la aldea.

Las actividades comenzaron el viernes 25 de abril con la encendida de la hoguera tradicional y el asado popular, que dio paso a un sábado cargado de propuestas para todas las edades: desde un desayuno con chocolate y churros, ofrecido por la Asociación de Cazadores, hasta un aperitivo frío organizado por el Ayuntamiento y la Asociación de Vecinos.

La tarde del sábado estuvo marcada por los juegos de mesa como truque, parchís o dominó, que dinamizaron la jornada. Por la noche, el salón social acogió la proyección de la final de la Copa del Rey, acompañada de un picoteo que animó el ambiente hasta la madrugada.

Con esta celebración, Peralvillo reafirma su identidad y espíritu comunitario, manteniendo viva una tradición que cada año suma nuevas generaciones a su historia.