La imagen de María Santísima de la Esperanza, titular de la Hermandad del Cristo de la Piedad, ha estado fuera de Miguelturra poco más de un mes. La cofradía decidía, por primera vez en los casi 30 años desde que la talla llegara a la localidad, restaurar la misma. Así pues, el pasado domingo la Hermandad anunciaba que la Virgen de la Esperanza volvía al culto.
Alberto Rubio ha sido el encargado de llevar a cabo esta restauración en su taller de Alcalá de Guadaíra. El andaluz siempre ha estado relacionado con el mundo del arte. De hecho, ya a los cuatro años de edad, Alberto gana un concurso de pintura que iba a marcar el devenir del resto de acontecimientos en su vida.
El restaurador alcalareño es Graduado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, con especialidad en Historia del Arte, en la Universidad de Sevilla. Además, durante los últimos años de formación académica, Alberto Rubio continuó formándose de la mano de Juan Manuel Miñarro, el reconocido imaginero, de quien aprendió a policromar.
Tras esto se marcha a Madrid para estudiar un Máster en Dirección y gestión de museos, lo que compagina con su trabajo en distintas galerías de arte. En la actualidad, Alberto Rubio trabaja en la capital como mediador y gestor del patrimonio artístico para el Banco Santander, lo que compagina con sus proyectos de pintura y restauración en su taller particular de Alcalá de Guadaíra.
La relación entre Alberto Rubio y la imagen de María Santísima de la Esperanza viene de lejos
Por su trabajo y el poco tiempo del que dispone -además de por su corta edad, apenas un cuarto de siglo-, Alberto Rubio no ha podido llevar a cabo demasiados proyectos de restauración. Los que ha realizado han sido la mayoría privados y de pequeño tamaño, lo que no le suponía mucho tiempo. Pero la restauración de Maria Santísima de la Esperanza va más allá de un tema únicamente profesional.
La relación entre Alberto Rubio y la imagen de la Esperanza viene de lejos. La actual imagen de la Virgen de la Esperanza llegó a Miguelturra desde Alcalá de Guadaira, donde se le rendía culto bajo la advocación de la Virgen de la Oliva, de la Hermandad de la Borriquita. En aquella época, la familia de Alberto formaba parte activa de dicha hermandad.
«Me hacía muchísima ilusión coger este encargo por lo que ha significado para mi familia. Suponía un reto para mí», afirma el restaurador alcalareño. Actualmente, su familia no participa en la vida diaria de la cofradía de la Borriquita, «pero el sentimiento está ahí».
Igualmente, hay que resaltar que la relación entre la Hermandad del Cristo de la Piedad y Alberto Rubio también es anterior a esta restauración. Y es que hace unos cuatro años, el artista andaluz ve una fotografía de la Virgen de la Esperanza en redes sociales y decide ponerse en contacto con la cofradía. Alberto tenía curiosidad por conocer qué había sido de la imagen a la que tanto cariño se le tiene en su familia y que fue la titular de su hermandad en Alcalá. Tras esto surge una relación muy cercana entre el restaurador y la cofradía de Miguelturra.
La parte más importante de la restauración ha sido a nivel interno
Es entonces cuando, en el pasado pasado año 2020, el Cristo de la Piedad decide encargar un informe a Alberto. Él viene a Miguelturra, analiza y estudia la situación en la que se encuentra la talla y presenta el informe en el que expone que urge la restauración de la talla. Eso sí, siempre con la premisa de que él incluso podría recomendar otros restauradores, si así se decidía. Pero la Junta Directiva creyó que «lo más acertado era que Alberto Rubio fuera quien interviniera» dado que es alguien que conoce «muy bien la profesión y además le tiene mucho cariño a la imagen», expone José Luis Gómez, Hermano Mayor del Cristo de la Piedad. Así lo afirma también el restaurador: «Si uno esa intriga personal a mi intriga profesional de qué podría aportar yo a este patrimonio, me nace una inquietud muy grande por esta talla».
Así pues, cabe destacar que la parte más importante de la restauración ha sido a nivel interno: «La talla se encontraba en muy mal estado de conservación, no por culpa de la Hermandad, sino por culpa de una mala praxis en las técnicas usadas en su momento por el autor». «Grietas, deformaciones, cazoletas, agrietados… todo esto es lo que tenía la Virgen a nivel interno y muchas de estas grietas ya se estaban exteriorizando. El trabajo más minucioso que ha tenido la Virgen ha sido de fijación de estos estratos, para que dure muchos años más», afirma Alberto Rubio.
«Yo en este trabajo he querido mantener, en la medida de lo posible, la mayor parte de la pieza original, que es el criterio por el que nos regimos los restauradores. La hemos pillado en el momento idóneo, porque a lo mejor en dos años mas la grieta se hubiese visto de forma superficial. Se han podido subsanar todos los problemas a nivel de la integridad física de la obra, pero en 15 ó 20 años habrá que volver a restaurarla para que no llegue al punto en el que haya que hacer un trabajo tan intenso», exponía Alberto Rubio.
A nivel estético, Alberto Rubio no ha intervenido en absoluto, sino que se ha buscado recuperar la lectura original de la imagen
A nivel estético, se ha respetado la obra original de José María Cerero. «Se ha limpiado la suciedad y se han ‘estucado’ todos los arañazos que la imagen tenía. Lo único que se ha cambiado a nivel estilístico son pestañas y lágrimas , pero ambos postizos están justificados porque son reversibles y porque ayudan a mantener la lectura de la pieza artística», afirma Alberto Rubio.
Por tanto, y como se puede ver en las fotografías, la talla de María Santísima de la Esperanza no ha sufrido ningún cambio en su aspecto o apariencia: «Yo no he intervenido en absoluto. ¿Por qué? Porque según los criterios de restauración, todos los añadidos a una imagen para poder recuperar su lectura original deben ser de carácter reversible. Es decir; si tenemos unas lágrimas que se han caído al suelo, se han partido y se han vuelto a pegar (de mala manera), esto ha generado una deformidad tanto en la policromía como en las lágrimas, con lo cual está más que justificado el añadir unas lágrimas nuevas dado que, teniendo la misma forma, el mismo material y la misma disposición, nosotros estamos recuperando la lectura original de la pieza. Pero si de aquí a 10 años la concepción del patrimonio cambia, al ser reversible, se podría quitar la lágrima sin que afecte a la policromía original. Lo mismo pasa con las pestañas».
Lo que sí llama la atención en las fotografías es el brillo que luce la talla tras su restauración. Alberto Rubio afirma que esto «es normal». «Es normal en que todas las restauraciones se aplique un barniz porque hay que proteger todas las reintegraciones que se han realizado. Si no se pone este barniz, las reintegraciones se pierden. Esto es algo que pasa en todas las restauraciones y es lo más llamativo, el brillo. Ya por sí la imagen, una vez que se limpia y antes de añadir el barniz, recupera brillo. Porque el polvo y la suciedad opaca». Pero los hermanos y fieles de la Virgen de la Esperanza no tienen de qué preocuparse: «Poco a poco la imagen irá perdiendo brillo».
«A la Junta le voy a estar eternamente agradecido»
Para concluir, Alberto Rubio quiere agradecer a la Hermandad la confianza que han depositado en él desde primera hora y mandar un mensaje a los hermanos y devotos de la Virgen de la Esperanza. «A la Junta le voy a estar eternamente agradecido por la facilidad que me ha dado desde primera hora para llevar a cabo este trabajo. Y a los hermanos de la Hermandad, espero que sigan viendo ahí a su Virgen. Todas las acciones acometidas sobre la Virgen a nivel de conservación y restauración están hechas para preservar la originalidad de la obra y que podamos contar con la imagen de María Santísima de la Esperanza muchos años más. Aquí no intervienen cánones estéticos. No he intervenido en criterios estéticos, ni pienso que ningún restaurador deba hacerlo y el único criterio ha sido el conservativo. Y bueno, que espero que estén satisfechos con el trabajo que he realizado», concluye el restaurador.