El CD Miguelturreño reaccionó a tiempo y consiguió batir a domicilio al Sporting Alcázar por cero tantos a dos. Un triunfo lejos de casa que sabe a gloria y que supone una bocanada de aire para los jugadores y cuerpo técnico en su objetivo de alejarse de la zona de promoción de descenso. Los churriegos, por medio de los tantos de Víctor y Juanjo, se pusieron por delante en una gran segunda parte en tierras alcazareñas.
Este trabajado triunfo permite al cuadro churriego distanciarse en tres puntos sobre su inmediato perseguidor, el Patrimonio Almadén, que cayó derrotado por dos tantos a cero ante el CD Quintanar de la Orden. La jornada, por tanto, fue redonda para los intereses del cuadro dirigido por Ángel Daniel Ocaña.
Ahora quedan dos jornadas para bajar el telón del curso y el CD Miguelturreño tiene en sus manos firmar la permanencia. Un reto que podría logar este mismo fin de semana en el Municipal ante el Motilla CF, cuarto clasificado. Es un partido crucial porque el club podría lograr ya la salvación, después de una campaña bastante complicada donde ha llegado a ocupar puestos de descenso durante un tramo de la misma. La entidad, jugadores y cuerpo técnico hacen un llamamiento a la afición para que acuda en masa al estadio y lleven en volandas a sus chicos, que necesitan el aliento de los suyos.
Los churriegos estarán pendientes también del duelo entre el Patrimonio Almadén y precisamente el Sporting Alcázar, puesto que dependiendo del resultado podrían certificar la permanencia incluso perdiendo. Si el CD Miguelturreño consigue igualar el mismo resultado que los mineros, ya sea victoria, empate o derrota, asegurarán matemáticamente la salvación en Primera Autonómica Preferente y llegarían a la última jornada con los deberes hechos.
En la última jornada, el CD Miguelturreño, que tiene el golaverage ganado al Almadén, visita la cancha de La Roda, mientras que los mineros visitarían al Motilla CF. El técnico Ángel Daniel Ocaña y sus pupilos quieren alcanzar el objetivo por la vía rápida para así no tener que llegar a la última fecha con presión o nervios por ganar.