Los toros de Trujillo. Una ganadería de reses bravas en Miguelturra

Miguelturra no solo ha dado ciudadanos ilustres, sino que también ha sido un pueblo de personas emprendedoras que han creado multitud de empresas y negocios y que, en algunos casos, llegaron a tener un gran reconocimiento en sus años de existencia. La gran mayoría, y a diferencia de hoy en día, eran actividades ligadas al sector primario que, como es obvio, era al que se dedicaban fundamentalmente antes de los años 50 del siglo pasado la mayor parte de nuestros antepasados. Hoy me voy a ocupar de uno de estos negocios que llegó a tener cierta fama incluso a nivel nacional.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX los deportes en España apenas existían como tal, incluso el fútbol que comenzaba a dar sus primeros pasos contaba con una presencia en los periódicos minoritaria; igualmente el cinema (como se comenzó a llamar al cine) aún andaba en pañales y tampoco era algo en lo que la gente podía ocupar su tiempo libre. En realidad, las principales fuentes de ocio de los habitantes de esa época eran el teatro en todas sus modalidades y los toros. Como es lógico, estas actividades sí que ocupaban espacio en los diferentes diarios y revistas.

Así, durante el proceso de documentación de “El Eco de Miguelturra” me encontré frecuentemente con alusiones a las andanzas de una ganadería de toros bravos de Miguelturra a la que se solía denominar “los toros de Trujillo”. Este hecho me sorprendió en principio por lo inusual de la actividad en Miguelturra y por no haber escuchado hasta la fecha referencias acerca de este hecho. Tras varias consultas comprobé que sí que era conocida esta ganadería en la localidad, sobre todo en las personas con cierta edad, pero creo que no se es consciente de la repercusión e incluso fama que logró tener en el corto espacio temporal en el que existió.

Esta aventura comenzó en la segunda década del siglo pasado cuando el miguelturreño Don Francisco Trujillo Rivas adquirió unas vacas y sementales al ganadero pacense Manuel Albarrán Martínez con la idea de formar su propia ganadería en la finca que poseía en las inmediaciones de Peralvillo. Así se inició la no demasiado extensa vida de esta ganadería que portaba divisa blanca y grana.

Las primeras noticias de la ganadería de Trujillo aparecen en la prensa a principios de 1916 debido a una tienta que tuvo lugar en la finca que la alojaba; así, en marzo de 1916 la revista Vida Manchega publica un reportaje fotográfico sobre este evento (imagen) y en abril del mismo año se la cita como participante en una novillada durante la Semana Santa de Ciudad Real.

Durante su existencia, y como es lógico, tuvo luces y sombras en sus distintas actuaciones.

Advirtiendo que las críticas en esa época solían ser muy extremas en un sentido y en otro se tratara de la actividad que se tratara (política, social, cultural…) nos encontramos que, entre las sombras, había artículos que hablaban de la mansedumbre de algunos de estos animales reflejada en frases como: “los toros blandeaban y no arremetían con fuerza”, “Los toros de Trujillo aspiran, pero no impelen”, “No más bichos de Trujillo, quédense pastando a orillas del Guadiana”, “Los de Trujillo, que se queden en Miguelturra”, etc.

Pero hay que dejar constancia que, en la parte positiva, era de reconocimiento general que las reses bravas del ganadero miguelturreño contaban con gran presencia, su aspecto solía ser imponente y en 1919 ya se la reconocía como una renombrada ganadería. Francisco se ganó fama de ganadero cuidadoso y escrupuloso.

De hecho, además de estar presente esta ganadería en plazas de toros de la provincia como las de Ciudad Real, Tomelloso, Malagón y Almagro, también lo estuvo en otras plazas del territorio nacional, incluidas las más importantes y de mayor prestigio como las de Badajoz, Córdoba, Valencia, Sevilla o Madrid (donde estuvo, al menos, en dos ocasiones).

El gran hito de la ganadería se produjo precisamente en el que fue su debut en la plaza de toros de las Ventas de Madrid en una novillada que se llevó a cabo el domingo, 3 de agosto de 1919. La crítica recogió elogios tales como: “El único interés del espectáculo era la aparición de una ganadería, cuyos seis toros, y no novillos, porque seis toros eran, venían desde días antes dando que hablar a los aficionados. Por el trapío, por las arrobas, por la magnífica presentación podía vaticinarse la pujanza de los finísimos y formidables bichos…” “… al salir del chiquero, despacio, majestuoso, lustroso, fino, cargado de carnes (demasiado, tal vez), con lámina preciosa, como enterándose e imponiendo su fuerza, despertó, primero, un murmullo admirativo, y luego, un franco aplauso. Se veía el tipo, la facha, el aspecto del toro de verdad…”, “…toda la corrida fue una corrida excepcional, por lo clara, lo suave, lo boyante; una corrida ideal…”.

Estas críticas positivas alcanzan su mayor esplendor cuando hablan del quinto toro de la tarde, de nombre “Espejuelo”: “El quinto animalazo, grande, soberbio, admirable, estupendo en facha y hechos, es de los que jamás se van de la memoria de quien tiene afición, de quien va a ver al toro… ¡El toro, el toro! Y un toro con la edad, con el respeto, con el poder, con la finura, con el temple, con la franqueza, con la resistencia, con la bravura de una gran res de lidia, fue ese Espejuelo, negro listón, con treinta o treinta y una arrobas, ahormado de pitones, precioso de cabeza, ancho de pechos y de grupa, largo, hondo… siempre poderoso y entero, siempre fuerte, siempre incansable…”

Precisamente, en el libro especializado “Toros y toreros en 1919” se cita al toro de la ganadería de Trujillo “Espejuelo” como uno de los integrantes del cuadro de honor de los “toros de bandera” de ese año y en 1921, cuando, de nuevo, los toros de Trujillo hicieron acto de presencia en Madrid, se seguía recordando y alabando a este animal.

La última corrida de toros de Trujillo se lidió en las fiestas de agosto de Almagro en el año 1923 ya que el final de la ganadería churriega llegó en enero de 1924 cuando Francisco la vendió al vecino de La Carolina (Jaén) Celso Pellón Núñez de Villavicencio por la cantidad de 127.500 pesetas.

Hay que destacar que los expertos en tauromaquia sitúan a la ganadería de Trujillo en el germen de la actual y prestigiosa ganadería de Buenavista.

  • Fuentes: Vida Manchega (10/03/1916), El Pueblo Manchego (30/07/1917, 17/06/1919, 05/07/1919), La Torería (agosto 1919), La Correspondencia de España (15/12/1919), Toros y toreros en 1925 (Uno al sesgo y Don Ventura), El Liberal (01/04/1922), La Tierra Hidalga (12/01/1924)
  • (Puedes adquirir el libro “El Eco de Miguelturra” en la Casa de Cultura por 5€)

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