Con la llegada del verano y las altas temperaturas, la Dirección General de Salud Pública y Consumo ha compartido una serie de recomendaciones fundamentales para prevenir los efectos nocivos del calor en la salud. Las elevadas temperaturas pueden convertirse en un riesgo real, especialmente para los niños pequeños, personas mayores, trabajadores expuestos al sol y personas con enfermedades crónicas o discapacidad. Por ello, es vital conocer las pautas adecuadas para protegerse, refrescarse, detectar señales de alerta y actuar a tiempo en caso de emergencia.
Uno de los principales consejos es evitar salir en las horas más calurosas del día, generalmente entre las 2 y las 6 de la tarde. En ese intervalo, también se recomienda reducir las actividades físicas. En caso de que sea imprescindible salir, es crucial buscar sombra, llevar agua, usar sombrero y optar por ropa ligera, preferiblemente de algodón y colores claros. Esta combinación ayuda a mantener el cuerpo fresco y a evitar la exposición directa al sol.
Para quienes practican deporte, se aconseja hacerlo en las primeras horas del día y reponer líquidos tras la actividad física. Asimismo, refrescarse con baños o duchas frías, o bien utilizar toallas húmedas, bolsas de hielo o realizar baños de pies, puede contribuir significativamente a regular la temperatura corporal.
En el hogar, es importante mantener la vivienda fresca cerrando ventanas y persianas durante las horas de más calor, y abriéndolas durante la noche o cuando refresca. Otra medida eficaz es apagar luces y aparatos eléctricos innecesarios, ya que estos generan calor adicional. También es recomendable usar ventiladores o aire acondicionado, aunque cuidando que el aire no incida directamente sobre las personas, especialmente en el caso de personas encamadas.
Cuando no es posible mantener una temperatura adecuada en casa, se sugiere pasar algunas horas al día en lugares frescos, como centros comunitarios, bibliotecas o centros comerciales.
Para sobrellevar el calor, conviene permanecer en las habitaciones más frescas del hogar, y ducharse varias veces al día o humedecerse el cuerpo con agua fría. En cuanto a la hidratación, es esencial beber abundantes líquidos, como agua y zumos de fruta naturales, y evitar el alcohol, la cafeína y las bebidas azucaradas, que pueden empeorar la deshidratación.
La alimentación también juega un papel clave. Se recomienda optar por comidas ligeras y frecuentes, ricas en frutas y verduras, que ayudan a reponer líquidos y nutrientes perdidos. Además, los medicamentos deben mantenerse en lugares frescos, ya que el calor puede afectar su eficacia.
Es necesario consultar con un profesional de salud si aparecen síntomas como calambres musculares, agotamiento, debilidad, mareos o insomnio. Asimismo, si una persona está tomando medicación y presenta síntomas inusuales durante una ola de calor, es prioritario acudir al médico para evitar complicaciones.
La exposición prolongada al calor puede provocar síntomas como mareos, confusión, náuseas, calambres musculares e incluso pérdida de conciencia. Uno de los riesgos más graves es el golpe de calor, una condición peligrosa que se presenta con piel caliente, seca y enrojecida, dolor de cabeza, náuseas, confusión, convulsiones y pérdida del conocimiento. Esta situación requiere atención médica inmediata y afecta especialmente a personas vulnerables.
Ante la presencia de síntomas relacionados con el calor, es fundamental suspender toda actividad, reposar en un lugar fresco, beber líquidos (agua o zumos de fruta) y refrescar el cuerpo mediante baños, duchas o agua fría. Si los síntomas persisten o empeoran, debe consultarse a un médico sin demora.
Si se sospecha que una persona está sufriendo un golpe de calor, se debe llamar inmediatamente al 112, trasladarla a un lugar fresco, retirarle la ropa, ofrecerle líquidos si está consciente y rociarla con agua fría o cubrirla con sábanas húmedas. También es útil crear corrientes de aire que ayuden a enfriar el cuerpo. Actuar con rapidez puede salvar una vida.
Desde el área de Mayores de la Concejalía de Bienestar Social se hace un llamado a la comunidad para cuidarnos entre todos. Es muy importante estar atentos a las personas mayores que viven solas, ya que pueden estar en riesgo sin que nadie lo note. Se recomienda verificar su estado de salud, ayudarlas en lo necesario y fomentar la comunicación entre vecinos y familiares.
En caso de sentirse mal debido al calor, es importante pedir ayuda a un vecino o familiar. La prevención y la acción comunitaria son clave para evitar tragedias durante los días de altas temperaturas.