La Ciudad Imperial se convirtió el pasado sábado en el escenario de una épica jornada para más de una treintena de Fondistas. La expedición, que partió de Miguelturra a las diez de la mañana, viajó con un doble propósito: el desafío deportivo y la inmersión cultural.
A lo largo del día, los corredores se dejaron envolver por la magia de Toledo, paseando entre siglos de historia: contemplaron los secretos de los Baños Árabes, exploraron las enigmáticas Cuevas de Hércules y recargaron energías con el sabor intenso de su gastronomía.
Al caer la tarde, el autobús fue testigo de la transformación: la ropa de paseo dejó paso al uniforme de batalla. A las 20:30h, al filo de la noche, se dio el pistoletazo de salida a ‘La Nocturna de Toledo’ en la Avenida de Castilla-La Mancha.
La ruta no dio tregua, obligando a los Fondistas a poner a prueba su resistencia en cada ascenso mientras admiraban la belleza de los rincones más emblemáticos de la ciudad. El premio al esfuerzo esperaba en la cumbre, en la mítica Plaza de Zocodover.
El regreso fue mucho más que un trayecto; fue una celebración rodante. La fatiga se disipó con la alegría de compartir las anécdotas del recorrido y los lazos de camaradería se tejieron más fuertes que nunca. Con el éxito de esta aventura, la organización ya planea el próximo destino en autobús.
