Miguelturra vivió este fin de semana el II Torneo de Navidad de Datchball. El Pabellón Ernesto Arévalo acogió la cita de un deporte que está de moda entre los escolares de Miguelturra y que no deja de crecer. Un torneo en el que participaron 45 jugadores de Valdemoro (Madrid) que llegaron con más de 80 acompañantes, además de ocho jugadores de Ciudad Real. A ellos hay que sumar cerca de 60 participantes churriegos de los 76 jugadores federados que hay en Miguelturra. También estaban invitados los clubes de datchball de Cuenca y Guadalajara, que no pudieron acudir a la cita.
Javier Jiménez, coordinador de datchball en la provincia de Ciudad Real (sólo hay equipos federados en Miguelturra y en Ciudad Real), representa a la Federación aragonesa de datchball. Y es que actualmente sólo hay federación en la región de Aragón, donde surgió esta disciplina como deporte alternativo. Javier Jiménez es maestro de Educación Física en el colegio Clara Campoamor, un centro educativo que es «la cuna del datchball aquí en Miguelturra y en la provincia», como él mismo afirma. Un deporte que se ha ido extendiendo al resto de colegios.
Según explica Javier Jiménez, el datchball nació como una propuesta innovadora en las clases de Educación Física para buscar actividades que interesasen a los estudiantes. «Nos sorprendió porque es una actividad que los chicos demandaban. Para los maestros al principio era sólo otro juego más, pero había algo que les llamaba la atención a los chicos», comenta. El crecimiento del deporte ha sido exponencial en los últimos años. «Hace tres años empezamos con nueve niños y terminamos con 25. El siguiente año ya fueron 56 y este año estamos 76 jugadores federados». Además, los torneos escolares han permitido que el datchball se dé a conocer en otros colegios, sumando cada vez más participantes.
El datchball recuerda al tradicional balón prisionero pero con un enfoque mucho más dinámico y estratégico. Se juega con tres balones y fomenta la concentración y el trabajo en equipo. «Si el balón te da en el cuerpo y toca el suelo, estás eliminado, pero hay una regla especial: si un jugador coge el balón en el aire, salva a un compañero y este vuelve al juego», explica el coordinador. Además de las reglas que promueven el juego en equipo, el datchball destaca por su énfasis en la deportividad y el buen comportamiento. «Tienes que asumir que el balón te ha dado, colaborar con el árbitro y mantener una actitud positiva. Esto se premia con puntos adicionales necesarios para ganar o clasificarte», expresa. Incluso la grada tiene un papel crucial, ya que el apoyo respetuoso del público también suma puntos al marcador final del equipo. El entusiasmo por este deporte no se limita a los jugadores, sino que se extiende a los familiares. «Es el primer partido que ven algunos padres y están disfrutando muchísimo», señala Javier Jiménez.
Durante el curso, en el colegio Clara Campoamor realizan diferentes torneos en los que invitan a otros colegios. Y es que «el datchball es algo que se conoce en el resto de colegios y a los chicos les encanta». En el ámbito competitivo, los equipos de Miguelturra ya han cosechado importantes éxitos, como ser campeones regionales en la categoría alevín en la Copa Castilla-La Mancha celebrada en Cuenca. «En categoría infantil quedamos terceros y en benjamín, cuartos», añade.
El datchball continúa ganando adeptos gracias a su capacidad para involucrar a toda la comunidad escolar y familiar. «La idea es ir creciendo. Poco a poco estamos consiguiendo que más chicos se interesen por este maravilloso deporte. A los jugadores les encanta y los familiares disfrutan muchísimo», concluye Javier Jiménez, convencido de que este deporte seguirá ganando terreno en la provincia y más allá.